©Marcelo Tabach

 

Fragmento de Método prático da guerrilha

Trecho 2

En el campamento, Che celebra la primera victoria sobre el ejército y reúne a los hombres para escoger un nombre para la guerrilla: Ejército de Liberación Nacional de Bolivia (ELN). Todavía no saben nada de la ofensiva militar contra la Casa de Calamina, ya que tienen dificultades en enviar y recibir información. Contaban con dos radiotransmisores americanos de la Segunda Guerra Mundial, conectados a un generador de gasolina, pero como los escondían en hoyos húmedos, en contacto directo con la tierra, uno de ellos dejó de funcionar en enero y, en marzo, las válvulas del otro se quemaron. Loro, al que enviaron a Camiri a buscar piezas de repuesto, pensó que sólo podría encontrarlas en Santa Cruz. De modo que fue a la ciudad, se dio un baño en la estación de autobuses, se cortó el pelo y se emborrachó (no aguantaba más las privaciones de la selva). Se metió en una riña, se gastó parte del dinero para salir de la cárcel, volvió a beber y se gastó otra parte con una india que atendía la barra, a quien le pidió una mamada en el fondo del bar. Después de volver a gastarse dinero en bebida, perdió otra parte de la suma en una pelea de gallos.

Así pues, regresó al campamento sin dinero y sin las válvulas, con el pelo y la barba cortados, contando una historia fantástica sobre unos policías corruptos que lo habían limpiado por el camino. Se quedó un día sin comer, castigo que a los demás les pareció blando. En cuanto a los radiotransmisores, quedaron abandonados en los hoyos.Los guerrilleros también poseían un aparato de radiotelegrafía, pero no sabían usarlo. «Nos las habríamos arreglado mejor incluso con teléfonos de cordel», escribe Pacho, uno de los guerrilleros cubanos, en su diario. Ahora dependen de una radio de ondas cortas, que Che trajo consigo para escuchar las noticias de Radio Habana, y con él sintonizan esa noche las transmisiones locales sobre el combate. Barrientos, el dictador boliviano, explica, en una entrevista colectiva, que se trata de un «acto subversivo de comunistas», y Guevara, que sigue las noticias, mira al suelo con una sonrisa irónica, satisfecho.

Traducción de: Roser Vilagrassa

 

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