Fragmento de Oscura monótona sangre
Andrada, una vez más, iba un paso adelantado a los demás. Un movimiento más
de la partida de ajedrez que su mente jugaba con los hechos que se sucedían.
Él sabía por qué habían matado a Arizmendi: por Daiana. ¿Se habría resistido la
familia de ella? ¿Se habría arrepentido la propia Daiana y había sido ella la que
armó una trampa para que mataran a Arizmendi? En todo caso, donde habían
dejado el cadáver del policía debía ser el mismo lugar donde él había matado al
chico.
El mensaje no estaba dirigido a la policía. El próximo muerto podía ser él. De
pronto se sobresaltó: Daiana, pensó, ella también puede ser una víctima. Aceleró el
auto que se dirigía hacia la fábrica, como un caballo amaestrado. Bulnes derecho, y
luego lo llevaría por Boedo, Sáenz, Remedios de Escalada. El auto sabía el camino
y él sólo apretaba el acelerador. Tomó su teléfono celular con la mano libre. La
otra hacía todas las maniobras con el volante y la caja de cambios. Iba a llamar a
la fábrica. Le iba a decir a Teresa que si llegaba una adolescente preguntando por
él que lo esperase. Tenía el pálpito de que la propia Daiana lo buscaría. Ella debía
saber cómo llegar de la villa a la fábrica de Lanús.
Fue sólo un segundo. Menos. Una milésima de segundo en la que ocurría de
todo: un golpe, ruido de metales que se hundían y doblaban, bocinas de todas
partes, un grito, tal vez más. Vio cómo giraba todo alrededor. Después nada.
Blanco absoluto. Se despertó al instante, o eso creyó. Un murmullo creciente que
se convertía en ruidos que le atravesaban la cabeza. Su auto estaba parado en
medio de Boedo. Miró a su alrededor y vio la calle vacía. Se dio vuelta y encontró
un auto con los vidrios rotos y la trompa hundida.
Alguien se acercaba a su vehículo. Era un policía. Le abrió la puerta y le
preguntó si estaba bien. Andrada, como un boxeador al borde del knock out, dijo
que sí con la cabeza. Salió del auto sin necesidad de ayuda. Miró el vehículo: del
lado del acompañante estaba hundido. El otro auto le había dado un buen golpe.
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