Desde muy chico fui “víctima” de los libros.
Digo “víctima”, pues el entorno en el que
crecí estuvo siempre rodeado de libros, y mis
padres, ambos académicos, me obligaban a
leer durante los veranos. Tardé un tiempo
en comprender que se trataba de un lujo
en un país como el mío, y de apreciar lo que
realmente sería la fascinación de la lectura/
escritura, procesos creativos que considero
equivalentes.
Este lujo fue un refugio durante los largos
años de dictadura, en los que la cultura
y la lectura eran miradas con suspicacia.
Ahora que miro hacia atrás, no me parece
sorprendente que mi primera publicación
surgiera de la terrible frase de Augusto
Pinochet, quien en una entrevista en la
que se le preguntaba sobre tumbas en las
que había dos o más cuerpos enterrados,
contestara: “¡Mire qué economía!”. Se trata
de mi nouvelle Dos cuerpos, que marcó mi
inicio como narrador. |