©Julia Toro

 

Desde muy chico fui “víctima” de los libros. Digo “víctima”, pues el entorno en el que crecí estuvo siempre rodeado de libros, y mis padres, ambos académicos, me obligaban a leer durante los veranos. Tardé un tiempo en comprender que se trataba de un lujo en un país como el mío, y de apreciar lo que realmente sería la fascinación de la lectura/ escritura, procesos creativos que considero equivalentes.

Este lujo fue un refugio durante los largos años de dictadura, en los que la cultura y la lectura eran miradas con suspicacia. Ahora que miro hacia atrás, no me parece sorprendente que mi primera publicación surgiera de la terrible frase de Augusto Pinochet, quien en una entrevista en la que se le preguntaba sobre tumbas en las que había dos o más cuerpos enterrados, contestara: “¡Mire qué economía!”. Se trata de mi nouvelle Dos cuerpos, que marcó mi inicio como narrador.

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