©Jimmy Mendoza

 

En 1993 conocí a Juan José Arreola en un pueblo, a dos horas de Málaga, llamado Mollina. La primera noche recitó trozos de obras en francés que, me dijo, eran textos que había declamado junto a Sarah Bernhard en París; al día siguiente contrató una limusina, me metió dentro, y dio órdenes al chofer de llevarnos a Ronda. No recuerdo de qué hablamos pero estaba sentada al lado del autor de La Migala, estaba sentada al lado de un inmortal, ¿de qué podía hablar? Lo escuchaba, no recuerdo qué decía. Cuando llegamos tomamos hacia la Plaza de Toros, no sé qué le dijo al cuidador pero nos abrió la puerta y nos guió al ruedo. Una vez allí se quitó la capa y me dijo que me iba a torear. Que debía hacerle de toro.

   Así que Juan José Arreola me toreó en Ronda y tres años después apareció mi primer libro de cuentos, Maldito corazón. No sé si hay relación: no  sé  si  no  hubiera  conocido  a  Arreola,  si  no me hubiera toreado, si alguna vez me hubiera sentado a escribir un libro pero lo conocí y, cuando lo conocí, pasé varios días escribiendo, pensando que Juan José Arreola, el autor de La Feria, el inmortal, me iba a leer. Así comenzó todo. Luego han ido apareciendo más libros − Zoom, Fuga permanente, Body Time, Poso Wells, Álbum de familia y La muerte silba un blues− pero nunca más estuve en un ruedo, ni nadie más me toreó.

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