Escribo por necesidad y por compulsión.
Me desahogo escribiendo, quiero decir.
Desde pequeño fui torpe en los números,
extremadamente sensible, llorón, malcriado,
introvertido y enamoradizo. No sé desde
cuándo empecé a escribir, quizá a partir de
los seis años, cuando me enseñaron a leer.
Durante mi paso por el colegio nunca fui un
estudiante destacado, sin embargo, siempre
mostré alguna facilidad con las letras. En mi
casa miraba muchos documentales sobre el
origen del universo, me fascinaban, leía poco y
miraba muchos programas científicos. Siempre
he leído poco. Mis libros de cabecera son tres o
cinco, los cuales releo cuando me siento muy
solo. Casi nunca termino las obras que empiezo,
y me considero un lector de fragmentos, no de
obras completas. Sin muchas ilusiones puse un
borrador en un concurso internacional de poesía
cuando tenía 19 años, y me dieron una mención
honorífica. Desde entonces me tomé más en
serio la literatura.
He publicado tres libros: Versos al óleo (Poesía, 2008), Canciones para Stephanie (Poesía, 2010) y Notas de un sobreviviente (Narrativa, 2012), los cuales representan el inicio de una vocación literaria que justifica grandes momentos de aislamiento. Me interesa el humor en la literatura, también el erotismo. Si un libro no me conmueve después de la primera página, entonces lo abandono. Tal vez por eso leo poco. |