Periodista, guionista y novelista, se ha convertido
en el escritor que ha descrito a miles de personas
en el mundo a la actualidad de la vida cubana.
La imaginación y un lenguaje deslumbrante
son las fuerzas motoras del vendaval que barre
el universo literario de Padura, quien encontró
su vocación de escritor cubano al leer El conde
de Montecristo, a los 15 años. A partir de ahí
emprendió su misión para “envolver y manipular
al lector”. En el camino encontró a Mario Conde,
el personaje literario que más se parece a él, con
quien discute sobre las grandes y pequeñas cosas
de la vida, especialmente sobre las paradojas
del mundo en el que Padura decidió quedarse,
anclado en el populoso barrio de Mantilla.
Desde su casa llena de luz y ruidos, en ese lugar en donde La Habana se convierte casi en campo, ha escrito no solo las novelas de la serie Conde (Pasado perfecto, Vientos de Cuaresma, Máscaras, Paisaje de otoño, Adiós Hemingway, La neblina del ayer y La cola de serpiente), sino también la deslumbrante El hombre que amaba los perros, una reconstrucción de las vidas de Trotsky y Ramón Mercader que fue traducida a diez idiomas y llevada al cine, y Herejes, una novela que lo confirmó como una de las voces indispensables en la narrativa en español del mundo, vocación que ha confirmado el reciente otorgamiento del Premio Princesa de Asturias, que lo consolida como uno de los más importantes creadores de su generación.
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