Mis primeros textos —a los 10 años— no tenían
una intención literaria. Estaban pensados para
salvarme de regaños y señalamientos de una
profesora que pensaba que los relatos escuetos
sobre mis vacaciones, se debían a la pereza y no
a que mamá trabajaba todo el día, ensayaba por
las noches y que la plata no alcanzaba para viajes.
Comencé a contar los juegos con mi hermano Marcelo y lo que veía por el balcón –mamá se negaba a comprar tele- como si fueran mis vacaciones. Sólo conseguí más regaños pero fue el inicio de mi costumbre de contarme historias y de la tradición de mis compañeros de llamarme mentirosa o la de la Luna porque siempre estaba distraída. Para evitar la inquisición infantil, me refugié en la biblioteca del cole y en los libros.
Seguí escribiendo pero fue hasta el año 2006, cuando conocí al escritor Rafael Menjívar Ochoa
–mi máster Jedi-, que comencé a escribir con una intención literaria. Al momento he publicado las novelas Las flores (2007), Ana sonríe (2015) y La habitación de la memoria (2015), el poemario Manual del mundo paraíso (2010) y el libro de cuentos Buenas costumbres (2011). Algunos de mis poemas y cuentos han sido traducidos al inglés, italiano, portugués, francés y alemán y publicados en revistas y antologías en distintos países.
Nada mal para la que vivía en la Luna, ¿no? |