FRAGMENTO DE MALA MADRE
1. El Pasado
Mucho antes, subiste por la escalera de un avión y te dijiste ay, Dios, como un murmullo, ay, Dios, mientras te alejabas del pasado.
En el pasillo, suspiraste a la vez que una azafata te daba la bienvenida y te pedía el ticket para indicarte dónde estaba tu asiento. En esa época eras alta, y cuando te sentaste, te incomodaron las piernas largas, que hacían palanca contra el respaldo de enfrente. Se lo dijiste a él, pero hizo como que no te escuchaba. Siempre sentiste que ese viaje lo emprendiste sola, a pesar de que te hubieras ido acompañándolo. Suspiraste nuevamente y, cuando ya llevaban casi una hora de vuelo, la azafata les ofreció algo más. Le pidieron un whisky, por favor. Él no te tomó la mano ni cuando despegó ni cuando aterrizó el avión. Y tú mirabas como volaban encima de esas nubes anaranjadas, tan parecidas a la imagen que tenías del paraíso.
Su ayudante se había ido más tarde de lo que María tenía presupuestado. Tiny era así, impredecible. Después de un almuerzo largo y no muy abundante, ella y María habían estado discutiendo algunos detalles técnicos para un proyecto de arte en el que Tiny estaba trabajando. La muchacha tenía ganas de ir a Alaska a ver el sol de medianoche o el fenómeno de las noches blancas, hace tiempo que quería trabajar con el concepto de luz y de cielo en alguna de sus obras. María se limpió las comisuras de los labios, mientras la escuchaba y miró el reloj calculando el tiempo extra que su ayudante se tomaba en explicarle algo que ella ya había entendido. Tiny sabía. Conocía demasiado bien a su mentora como para no comprender que la estaba incomodando. Que la mujer tenía que salir. Pero su trabajo debía estar listo en tres meses y la profesora se lo debía. “El problema de tu trabajo tiene que ver con el montaje, Tiny. Si resuelves como trabajar con la luz, lo otro estará bien”, le dijo ella. La chica se quedó pensando en silencio al mismo tiempo que acariciaba a Carlos, el gato de María. “Si resuelves como trabajar con la luz, lo otro estará bien”, la escuchó decir mentalmente. Tomó su mochila roja y se despidió de su anfitriona, amenazándola con que vendría en la semana para cerrar el asunto. “¿Miércoles?” María le contestó que estaba bien, que por ella no había problema, pero Tiny insistió alzando el dedo índice y repitiéndole que llegaría y que ella tendría que ayudarle. María asintió con una sonrisa esperando a que la muchacha se fuera de una vez. |