©José Vives

 

Luego del fracaso colegial pasé largas horas sin hacer nada. Para gastar el tiempo en algo provechoso, le robé a mi hermano mayor, Emmanuel, El hombre ilustrado, de Ray Brabdury, libro que me impulsó a leer vorazmente.

   De tanto leer, decidí escribir. Me aventuré con el cuento, porque era mi manera de contar historias, lo que a mí me gusta. Ingresé a un taller literario, donde se le fue dando forma a mi primer cuentario Finales aparentes, publicado al tiempo por Uruk Editores.

   Pero quería algo más extenso y me aventuré a escribir una novela; fue un homenaje a mi juventud y mis amigos que titulé Bajo la lluvia Dios no existe. Nunca pensé que una novela tributo a la juventud y a los amigos que transcurrieron por ella fuera a causar tanta polémica, tantos lectores, enemigos insospechados y sobre todo me fuera a dar, allá por 2011, el Premio Nacional de Novela Aquileo J. Echeverría.

   Con el dinero del premio, fundé una revista digital, y en la actualidad la dirijo. En su página www.literofilia.com expongo la actualidad de la literatura centroamericana. Además, Literofilia, también tendrá en los próximos días un programa radial Literofilia radio. Y mientras pasaba todo eso, escribía mi más reciente novela, titulada Elefantes de grafito.

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