Luego del fracaso colegial pasé largas horas
sin hacer nada. Para gastar el tiempo en algo
provechoso, le robé a mi hermano mayor,
Emmanuel, El hombre ilustrado, de Ray Brabdury,
libro que me impulsó a leer vorazmente.
De tanto leer, decidí escribir. Me aventuré
con el cuento, porque era mi manera de contar
historias, lo que a mí me gusta. Ingresé a un
taller literario, donde se le fue dando forma a mi
primer cuentario Finales aparentes, publicado al
tiempo por Uruk Editores.
Pero quería algo más extenso y me aventuré a escribir una novela; fue un homenaje a mi juventud y mis amigos que titulé Bajo la lluvia Dios no existe. Nunca pensé que una novela tributo a la juventud y a los amigos que transcurrieron por ella fuera a causar tanta polémica, tantos lectores, enemigos insospechados y sobre todo me fuera a dar, allá por 2011, el Premio Nacional de Novela Aquileo J. Echeverría.
Con el dinero del premio, fundé una revista digital, y en la actualidad la dirijo. En su página www.literofilia.com expongo la actualidad de la literatura centroamericana. Además, Literofilia, también tendrá en los próximos días un programa radial Literofilia radio. Y mientras pasaba todo eso, escribía mi más reciente novela, titulada Elefantes de grafito. |