FRAGMENTO DE EL INFINITO ES SOLO UNA FORMA DE HABLAR

Le salía un ronquido que no se sabía si era de dolor, de ahogo por tragar su propia sangre o de ciego frenesí, porque su pecho subía y bajaba con violencia. Una muchedumbre los seguía, mujeres, muchas con niños en brazos, vendedores ambulantes, soldados, vagabundos… Todos los vecinos cuyas viviendas tienen ventanas y balcones desde donde podía verse la quema, se asomaron sobre alféizares y barandillas y estiraban los brazos señalando algo en la procesión; vi algunos que reían y comentaban animadamente entre ellos, otros arrojaban una flor, otros se sostenían la cabeza con las manos y apretaban los labios. Un heraldo leyó los edictos y, antes de encadenarlo al madero, lo desnudaron, el taparrabo le resaltaba la flacura. Ya entonces estaba rígido y durante todo ese último minuto mantuvo su mirada fija en la mirada de un niño que, al mirarlo, asido de la mano de su padre o abuelo, lloraba. Debe haber sido lo último que vio. Los piqueros empaparon con aceite las ramas y troncos para que ardieran mejor, pero se levantó un humo muy espeso, la brisa ayudó y lo sofocó antes de que las llamas lo quemaran; los verdugos maldecían y se echaban la culpa entre ellos.

   De pie detrás de los guardias, de las mujeres y hombres, de niños que corrían y gritaban de excitación, me di cuenta de que se había desvanecido, tal cual había calculado que ocurriría, porque atisbé su cabeza inclinándose exangüe sobre el pecho, y brilló en una lengua de fuego como un astro en un cosmos de blancura y chispas, recordé lo que había tratado de explicarme: nada en el cosmos está separado o disociado. La plaza fue despejándose de curiosos y yo me acerqué para contemplar aquella pila de cenizas y brasas; el calor alcanzó mi cara y tuve que retroceder un paso y sentí como si eso fuera su último aliento, su última palabra. ¿Él era esas cenizas que serían arrojadas al viento o a las aguas? Esas cenizas al viento ¿dirían que Dios había renunciado a toda teología del triunfo y de la gloria? Antes había sido la cruz, hoy era la hoguera. Creo que tenía razón: todo en el universo es una sola cosa, cada uno de nosotros es parte de los otros, toda cosa y todo acto está en la totalidad de las cosas y la totalidad de los actos, solo se puede ser… siendo juntos.

Derechos Reservados © Feria Internacional del Libro de Guadalajara│Créditos