©Zulma Olivera Vega

 

Soy octubreriana, octubrerina, octubrina, octuberista. Escribo únicamente los días 29. Menstrúo cabalgada en el asteroide b612 próximo a colisionar con el planeta. Agonizo cansada de injusticias, de exclusiones, harta de las diferencias —todas ellas inventadas. Por eso escribo. Susurro la palabra desosirio en la boca de el Principito. Un susurro-denuncia, un diseño cuántico ancestral en donde los paralelos, los agujeros negros y las supernovas me dan el perfecto derecho de besar la boca de hombres y mujeres, parir criaturas con vulva desde mi vulva, y tararear canciones de Calle 13.

   Soy   una   mujer   que   ocupa,   una   negra que ocupa, una bisexual que ocupa. Soy la denunciadora interventora que troca, que transgrede, que invierte. Piel oscura, ojos brujos, pestañas enredaderas. Puertorriqueña con 29 lunares en todo el cuerpo, un mapa gitanesco en cada palma de la mano y poco aire en los pulmones,  por  asmática.  Soy  el  sexo  opuesto del sexo opuesto, a quien toca su mismo espejo. He sido parida en novilunio por mi unigénita de nombre austral.

   Por eso escribo. Por eso nacieron las novelas Violeta y Caparazones; los libros de cuentos Antes y después de suspirar, Animales de apariencia inofensiva y Labio pegadas; los poemarios Perseidas y Maneras de quererse.

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