Soy octubreriana, octubrerina, octubrina,
octuberista. Escribo únicamente los días 29.
Menstrúo cabalgada en el asteroide b612
próximo a colisionar con el planeta. Agonizo
cansada de injusticias, de exclusiones, harta de
las diferencias —todas ellas inventadas. Por eso
escribo. Susurro la palabra desosirio en la boca
de el Principito. Un susurro-denuncia, un diseño
cuántico ancestral en donde los paralelos, los
agujeros negros y las supernovas me dan el
perfecto derecho de besar la boca de hombres
y mujeres, parir criaturas con vulva desde mi
vulva, y tararear canciones de Calle 13.
Soy una mujer que ocupa, una negra que ocupa, una bisexual que ocupa. Soy la denunciadora interventora que troca, que transgrede, que invierte. Piel oscura, ojos brujos, pestañas enredaderas. Puertorriqueña con 29 lunares en todo el cuerpo, un mapa gitanesco en cada palma de la mano y poco aire en los pulmones, por asmática. Soy el sexo opuesto del sexo opuesto, a quien toca su mismo espejo. He sido parida en novilunio por mi unigénita de nombre austral.
Por eso escribo. Por eso nacieron las novelas Violeta y Caparazones; los libros de cuentos Antes y después de suspirar, Animales de apariencia inofensiva y Labio pegadas; los poemarios Perseidas y Maneras de quererse. |