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Prensa

 

Guadalajara, Jalisco, a 05 de diciembre de 2024

Los jóvenes adánicos y los viejos cascarrabias

El poeta español Luis García Montero expuso a los jóvenes la importancia del aprecio a las literaturas de todas las generaciones

 

Las nuevas generaciones de lectores gustan, por lo general, de los temas que les atañen y atienden de las voces de aquellas personas con las que se sienten identificadas en su mundo, ya totalmente inmerso en las redes sociales y en la tecnología, y casi nunca le dan oportunidad a las manifestaciones clásicas literarias que les precedieron, como una especie de prejuicio, pero esta tendencia no es propia de esta oleada, pues prácticamente todas las generaciones se comportan de la misma manera en su contexto histórico. Lo cierto es que, cuando se logra superar el prejuicio, disfrutan de los escritos de otros tiempos o, cuando menos, no desdeñarlos. Estas fueron algunas de las principales reflexiones durante el encuentro Mil jóvenes con… en la sesión protagonizada por Luis García Montero, donde el poeta español atendió a las inquietudes manifestadas por la gestora cultural española Raquel Caleya, en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara.

“Con la prisa del tiempo hay un peligro: los jóvenes adánicos, son los que piensan que son el primer ser humano que nace y que no tiene nada que aprender de sus mayores; de pronto se creen que si se dedican a la poesía, van a inventar la poesía; si se dedican a la política, se inventan la política; y se creen que se lo van a inventar todo cuando no se preocupan de recibir la herencia de la experiencia humana que le llega de los mayores”.

Y del otro extremo, agregó, están los mayores que desestiman totalmente la manera en la que se conducen las nuevas generaciones, que es algo que le aprendió a uno de sus maestros, el poeta José Emilio Pacheco. “Siempre hablaba del paso del tiempo, el tiempo pasa y las cosas cambian. Recuerdo que en este mismo sitio conversé con él en 2006, de pronto me doy cuenta de que mucha gente de mi edad se convierte en un viejo cascarrabias y eso para los profesores es un problema, porque los viejos cascarrabias piensan que los jóvenes son tontos, entonces decimos ‘qué tontos son los jóvenes, qué cosas tan tontas les gustan, qué cantantes tan malos les gustan’, y no comprenden esos viejos cascarrabias que ellos se educaron con valores en un tiempo y el tiempo ha cambiado, los jóvenes tienen otros valores que responden a su realidad, y además hacen muy bien”.

Las humanidades en general y la poesía le han legado una importante lección: que no es positivo el corte generacional entre viejos cascarrabias y jóvenes adánicos. “Es importante saber que podemos recibir la herencia de nuestros mayores para después dejar una antorcha encendida para que luego la utilicen nuestros hijos de acuerdo con su propia necesidad de luz y de calor y así el mundo se mueve, y todos nos vamos entendiendo”.

Él, por ejemplo, se formó en la literatura de Federico García Lorca, Antonio Machado, Rosalía de Castro, escritores muy anteriores a su generación, pero que lo formaron como el poeta que ha llegado a ser en la actualidad, sin la necesidad de copiar sus estilos, sino que escribe de acuerdo con lo que ha sido su mundo con la expectativa de influir en algún joven que quiera tomar su experiencia.

“Uno de los derechos más importantes del ser humano es la memoria, y otro derecho es la capacidad de elegir qué tipo de memoria me identifica. Un escritor que me emociona mucho, John Berger, dijo que era muy importante tener memoria para poder imaginar el futuro, quien pierde la memoria pierde la imaginación del futuro”.

Si acaso las nuevas generaciones no respondieran a sus propios valores, sus hijas tal vez no trabajarían y estarían sirviendo a sus maridos sin tener independencia, por eso es importante vivir de acuerdo con los valores del tiempo propio. “La literatura defiende ese tiempo, que no es un tiempo de usar y tirar, es el tiempo que hace comunidad y que nos une a las personas en una comunidad de distintas edades y distintas opiniones”.

Como un anzuelo lanzado a los jóvenes que lo escuchaban para prenderse de las letras de los adultos, el poeta de 66 años les contó una historia de su juventud. En ese entonces en España prácticamente todos fumaban y durante un viaje a los Estados Unidos quería ligar a una chica que le gustaba, una poeta que viajaba con él. Cuando les dieron ganas de fumar los dos salieron a encender un cigarrillo en un jardín y conversar un poco antes de regresar a la habitación, donde estaban sus amigos. Entonces le salió un poema muy cortito que tituló “Dedicatoria”, como una suerte de declaración de amor que, sin embargo, no fue correspondida nunca. “Si alguna vez la vida te maltrata, / acuérdate de mí / que no puede cansarse de esperar / aquel que no se cansa de mirarte”.

 

Para más información contacte a:

Mariño González, coordinadora general de Prensa y Difusión, al teléfono (+52) 33 3810 0331, ext. 950