Subir
imagen FIL imagen FIL

Prensa

 

Guadalajara, Jalisco, a 30 de noviembre de 2024

El exilio es un conflicto inacabable

Descendientes de exiliados españoles narran las experiencias vividas en sus familias, tras su llegada a México durante la dictadura franquista

 

Pese a que muchos de los 25 mil exiliados españoles que llegaron a México escapando de la dictadura de Francisco Franco pudieron encontrar rápido acomodo en alguna actividad y se asentaron en el país, la mayor parte de ellos no la tuvo fácil. Esta es una de las reflexiones de Jordi Soler, uno de los participantes en la charla “El exilio español en México”, en la que se abordó el impacto y el significado del exilio en la vida de todos aquellos refugiados que llegaron a Veracruz durante el periodo presidencial del general Lázaro Cárdenas, a raíz de la derrota republicana en la guerra civil española.

“El exilio es, por donde quiera que se le mire, una desgracia; significa perderlo todo para tratar de recuperar algo en otro país. Es una tarea titánica, emocionalmente devastadora, porque todos aquellos exiliados que luego tuvieron cierto éxito en México no querían en realidad dejar su país, hubieran preferido quedarse, como cualquier persona normal: en su casa, con sus muebles, sus libros, sus amigos y su perro”.

Quien abrió la charla fue la poeta, ensayista y narradora Angelina Muñiz-Huberman, quien pertenece a la segunda generación de escritores del exilio español. Recordó que la guerra civil española, ocurrida entre 1936 y 1939, fue el origen del exilio tras la derrota republicana, que llevó a miles de personas a Francia para que posteriormente se trasladaran a México gracias a que Lázaro Cárdenas envió barcos a recogerlos.

México recibió a españoles de todas las clases sociales, que encontraron nuevas formas de vivir. “Ser exiliado es vivir entre la esperanza de un posible regreso a la tierra de origen y adaptarse al lugar en el que se vive. Exiliados ha habido siempre, en todos los países y hasta nuestros días”.

            Los latinoamericanos que buscan rehacer sus vidas en Estados Unidos y los africanos que intentan llegar a Europa, son los exiliados de estos días.

            Otra manera de ver el exilio, dijo, sería tomarlo como una traslación constante, en tránsito, en busca de algo que se pierde y la búsqueda por unir extremos. “Cuando comprendí que el exilio era mi casa, abrí la puerta y me instalé cómodamente, con todo tipo de subterfugios”, dijo Muñiz-Huberman.

Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano también participó en la charla y compartió que entre sus primeros recuerdos está la memoria de los españoles que llegaron a México. Reconoció que este acontecimiento fue muy rico para el país. “Se fundió con México, se fundieron con sus familias, yo diría que no solamente se integraron, fue una fusión mucho más allá de lo que pudiéramos hablar de una integración. Muchos supieron que ya no iban a volver, otros regresaron cuando supieron que las cosas cambiaron del otro lado del Atlántico. Lo único que yo podría decir en este momento es que ojalá no volvamos a vivir ningún exilio forzado, como fue este exilio republicano español; ojalá no volvamos a tener, en ninguna parte del mundo, ni violencias ni guerras ni exilios”.

María Teresa Álvarez Aub es descendiente de refugiados españoles y nieta de Max Aub, escritor español que llegó a México tras haber sido liberado en 1942. “Los descendientes de exiliados somos eslabones de una cadena de transmisión que nos enlaza con una república que sobrevivió, que ellos mantuvieron viva durante tantos años, y que nos hace recordar aquel proyecto de justicia y libertad para todos y cada uno. Emplearon sus esfuerzos en hacer una sociedad mejor, en labrar un futuro de bienestar y alegría”.

Jordi Soler, el último en participar en la charla, clasificó a los exiliados españoles en dos grupos: los de primera clase, conformados por los ingenieros, médicos, artistas, arquitectos, y todos aquellos que contaban con la suficiente preparación para encontrar rápido acomodo en el país, principalmente en la capital; y los de segunda, españoles campesinos y demás personas sin oficio que se quedaron esparcidos en pequeños pueblos de Veracruz o Puebla.

Su familia, dijo, pertenecía a los de segunda clase, pues entre sus integrantes no había científicos, políticos ni licenciados, por lo que se quedaron en Veracruz, donde él creció como un niño mexicano hijo de una tribu de catalanes arrancados de su país.

“Con el tiempo me hice escritor, seguramente con el objetivo secreto de que en caso de desastre pueda yo exiliarme en primera clase en el barco de los artistas que se han quedado sin país”.

 

Para más información contacte a:

Mariño González, coordinadora general de Prensa y Difusión, al teléfono (+52) 33 3810 0331, ext. 950